En un instante toda
esa apariencia fría que me hiela las tetas, se convierte en fuego sublevando la
intensidad. La ansiedad me carcome, parece eterno
el deseo. Hasta cuándo? Se vence el bienestar en el aburrimiento. El porvenir
se adelanta en el pensamiento, imagina, concede, anula el suceder, cansa la
acción ya previsible en sus miles de posibilidades. Se confunde el producto
paranoico de la neurosis con la realidad benévola. Que hacer? Nada. Se pierde,
se aturde el acontecer porque no acontece. Se estremece la nostalgia, el
extrañar, la imagen viva se vuelve constante en el imaginario, y tu cuerpo
encorvado, siempre caído de un hombro, late en la frente, la quema.
||La
verdad se hace presente, agonizante||
Ese instante, que
había sucedido ya varias veces, el de sus labios cubriendo los míos, mi mano
deslizándose en su rostro, tomándolo del cachete con los dedos, la palma en el
mentón, acariciando su boca besada con
el dedo pulgar. Ese instante donde la nieve entre mis pechos se derrite
finalmente, primero se vuelve un cuerpo
rojo ardiendo en el pecho, como una esfera de luz que se contempla por su
forma, un líquido moviéndose por dentro, la luz irradiando el espacio, pero
pesa, y es tan imposible de definir que queres lanzarla al aire, destruirla, o que
destruya.; por miedo. Ese miedo que solo aparece ante lo magnifico, o la ausencia de lo magnifico, y lo magnifico
solo existe cuando se devela. Ese miedo que se quiebra en las rodillas por el temblor
desgarrante que produce el peso en la piel. Ese miedo que anhela el instante,
anhela ese instante a la eternidad.
Nos soltamos…lentamente.
Que que me pasa? Que porque estoy tan callada?
Que que me pasa? Que porque estoy tan callada?
||-Las palabras no
alcanzan; hablan los músculos, el silencio, la voracidad.-||
Puedo sentir el sonido
de los labios desprendiéndose, no quiero perderme en su mirada fatigada, y una
sonrisa se dibuja en su cara. Me enerva en las venas el sentimiento de amor, o
violencia, o degüello que aprisiona mi pensar, encapsula cualquier inquietud a
un único ser y padecer: el celo.
El celo al futuro que no sucede. Y recuerdo la foto con su
brazo estirándose a lo largo de la mesa, como quien toma la mano a su
pretendiente de turno, la que se sienta enfrente, para mirarse a los ojos, para
desearse a la mínima distancia, inclinar el cuerpo, elegante, atraerla por la mano y besarla. El ángulo
de la cámara, torcido, que repara en la
confirmación de la mano tomada, la elongación limitada del brazo, el cuerpo aprisionado
desde la mano, tomando la foto, a las tazas de café, casi llenas, y el brazo
relajado sosteniendo NO está mano.
Se me escapa un
reproche al silencio. – A veces me das celos- (...)
Pero es normal,
entonces vuelvo a besarlo. Lo único que quiero es que se termine.
||Distancia…||
sentimiento oscuro, el de
mi pensar, neurótico (siempre):
||Confusión.||
Esa oscuridad que cega la mirada encuentra en mis pupilas un
mar de sal, de angustia, pero no angustia en el sentido desgarrante del sufrir,
si no, si desgarrante pero el sufrir de la emoción, como llegar al último párrafo de un libro, como armar otra lista de quehaceres que
terminan en nada. Lo absurdo y lo valorativo sobre las mismas paredes, con
distintos grados de temperatura. La
emoción por la efímera presencia de felicidad. Lo deseoso volviéndose tragedia
(cuando no?). Entonces, en esa capsula emotiva que se esconde en mis
pupilas, veo el brillo sublimarse ante
su cuerpo que se acerca, ante su cuerpo, su figura espondaica, siempre caída de
un hombro (el izquierdo), plantado en la espera, su cuerpo esperando, desilusionado
viendo pasar los colectivos que no cargan mi presencia. Entonces, bajo antes para caminar a nuestro encuentro,
para verlo, nerviosa. Y ahí está, se me anuda en el pecho la convulsión.
La voracidad se apodera de mi deseo, quiero cruzar la
calle para estrujarlo dentro mío y el semáforo esta en verde y ese lapso de
tiempo tan corto y real se hace eterno imposible ilusorio. Quiero desprenderme,
correr hasta la culminación de esta espera finita, los autos pasan, quiero atravesarlos. Salta,
estalla todo en mí ante lo desconocido: la posible correspondencia. Es una
asfixia, como estar en un subterráneo o en
un ataúd bajo tierra o en el freezer de un frigorífico con parientes pacientes coctel y vos inamovible; pero en
una tormenta de viento a orillas de un mar, picando. ||
Confusión por tener
todo tan claro (o no). Los sucesos se presentan como dictados por la perfección,
los obstáculos parecen estar barridos por la presencia benévolamente invisible
de algún dios, custodiando, aguardando, que nadie ataque hasta el momento
oportuno.
¿Oportuno?
Tengo una idea, hace días tengo una idea atasca justo en el
hemisferio derecho del cerebro.
Adormecida, anestesiada
escribis hermosamente
ResponderEliminary tu novio te ama
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