Otra vez soy dueña de las
palabras mientras el sol oculto suda en mi cuello. Me disuelvo en el paladar, apretó los dientes, muerdo,
el gusto agrio de la eternidad se mezcla con el deseo profundo de muerte, me
hago grande. La sombra de los pasos no es mi cuerpo, es un gigante, y con la
mente elevada, altanera, imperial, caigo en una cuenta regresiva a la noche. La
luna sobre mi cabeza, tiembla. Blanca,
irradiando, se cubre y se descubre a una velocidad más rápida que un helicóptero que pasa y mis
sentimientos efímeros atravesados con su luz, intensa. Se implanto el
impulso, así como las imágenes de dolor desgarrante,
de recuerdos certeros, vergonzosos. Se implanto desprendiéndose. Sin ir a el, abro un libro buscando una foto. Hay una línea de tierra. Los fuegos artificiales
estallan en el cielo, lejos, desde la terraza. Me agarro de la baranda, me desprendo. No me siento caer, soy mente, y el cuerpo, el peso del cuerpo es
otra intervención de lo externo que manejo. Giro en un cable de una a punta a
otra, confiada, me desplomo. Abajo, una pareja suelta un globo, después otro y
se prende fuego. Se abrazan y miran, no el cielo, el incendio. La besa en la
frente. La cumbia ensordece, me tiro al suelo, alguien que habla deambula a
mi alrededor. Lejos de aturdirme, no espero nada. Las piernas se hunden, y los
brazos. En el barullo agudizo los oídos
al sonido amenazante de cucarachas amotinadas en los rincones. Sale la primera,
la mato con la mano sin verla. La muerte se hace presente con apetito a lejanía,
o parálisis. Duermo, con los ojos abiertos, la luna nos aplasta, en los
festejos, se acerca. me cubre como una manta obstruyendo el aire con excedente. Desaparece el impulso. Ya
no me elevo, es la noche la que atraviesa, baja la
terraza hasta mi cama, apuñalante. Repito. El cuerpo permanece intacto, y las cucarachas, petrificadas.
Que linda tu manera de escribir!
ResponderEliminarGracias :)
EliminarTe Amo
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