domingo, 10 de abril de 2016

ORGULLO

Te amo, locura infinita, tanto para dejarme morir. Déjanos morir bajo el tapiz gris de las paredes, el machimbre del cielo raso quebrando cada noche. Siento el filo de astillas  penetrando mi pecho, suave, aniquilante. Del mismo modo, agonizante e infinito, desconfió de las palabras pronunciadas, de la bondad, la entonación,  y este amor quizás es otro montón de habladurías. Quien me dice que es real cuando la acción se contradice con mi lengua, se contradice con mi cuerpo, con mi deseo? Locura infinita, amado sufrimiento, el confort de tu mal aplaca la correspondencia convertida ya en enojo. Los gritos desesperados de tu renacer manipulan el entorno, se bastan a sí mismo conmemorando la autodestrucción. A quien rendimos honor?  La causalidad todo lo sabe, lo predice aconteciendo. La imagen difuminada de la salvación  se vuelve nítida, se reconstruye sobre el fondo negro a la altura de los ojos. Queremos alejarnos de la condena desnudando las piernas frente la vigilia, rezando al perdón, ave maría. Locura infinita, ahora me traes la culpa envuelta en el manto de una virgen que solloza. Que sucede con lo bíblico y ese desdén de transitar lo rutinario?  La moral, el arrepentimiento, plasmados en la imagen duran más que diez oraciones reprimiendo. El poder en la lagrima, el parpado caído hinchado de angustia, de somnolencia, doliendo; es la memoria enmarcada del eterno padecer. Agobio. Agobio de ser uno mismo en acciones que no desea. Es que los actos ni siquiera responden a una ley divina, responden si  a la culpa del disfrute. La tranquilidad del super yo nos trastorna, la neurosis del ego cogito impulsa el exterminio. Si! Si! Si!  Me confundía en pensar que la muerte no estaba trasgrediendo mi asco, me confundía en creer en la comunión de las partes como algo armónico, la comunión es otra réplica de la perdición, es otra replica a la salvación entendida como algo que se reemplaza. Se remplaza  el disfrute en el goce falso de buscarse a sí mismo y encontrarse, en la soledad absoluta, terca. Es que no podemos aceptarnos señor, pero  perdón no hago más que rendirme honores. No basta, no basta el amor sin enfermedad. Amo, locura infinita, mi estúpido ser. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario