lunes, 17 de agosto de 2015

el día que conocí la violencia

No sé bien como hago pero tengo la particularidad de destrozar todo lo que toco,  de terminar con todo lo que veo de la peor forma, justificarme y salir victoriosa. No necesito interiorizar, me basto a mí misma. Para que haya un problema tiene que haber mínimo dos actores en cuestión. Tales actores pueden ser  sujetos, u objetos, de cualquier modo,  es un tercero, es externo, es el (lo) otro. No pasa a si conmigo, si interactuó con personas, si le grito a los objetos,  pero no son más que meras intervenciones azarosas que se plantan frente a mí para ser destruidas.  Da igual, hay que terminar con el falso sabor de la culpa, si existe la culpa hay una verdad  y es que no importa. El cómo debería haber actuado no hace más que alejarnos de nosotros mismos. Hay que dejar de pensar en el otro como parte de nuestra responsabilidad. Solo requiere atención el capital humano, no la plata, no la calidad; la necesidad, son objetos, son pedazos de carnes puestos ahí para agárralos, triturarlos, amoldarlos cuanto se dejen. No es egoísmo, si  es egoísmo,  pero es egoísmo porque existe tal concepto.  Hoy conocí la violencia en el plano de la acción.  Veo, siento, sufro, la vivo todos los días. Pero, es ir un poco más allá, más allá de lo físico, de los ojos morados,  de presión en las arterias, de las venas violetas, del tirón en el cuello, del rechinar de los dientes y nuestra  sombra que parece que nos estira el cuerpo y somos enormes. Es más que violación, que insultos, que el golpe. Sería estúpido acabar encerrada sin mi voluntad por no poder disfrutar lo que no pasa; es ahí donde sobrevive lo explícito y no hay que pedir perdón. Lo que más lastima es lo que imagino, la cara estrolada contra el cemento, todo eso que no sucede, que explota en el cuerpo y parece escaparse por los poros como humo, un movimiento brusco  con la cabeza, sonarse todos los dedos de la mano, y permitirte caminar mí no imaginado, clavarte en el pecho el sufrimiento de seguir existiendo, y levanto la vista… leo la pared, dejo de exagerar, todos los muertos descansan en paz.

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