Estoy encerrada bajo estas cuatro paredes
blancas, esperando que los hombres de delantal azul me pinchen de nuevo con un poco de paz, pero
no vienen y me siento empapada y corro. Corro más al centro del ombligo del
mundo. Corro hacia una alucinación no tan incierta. Sus miradas invasoras me perturban, toda esa gente,
todas esas enormes caras de piedra me quieren atrapar. Me quieren llevar más al
medio de la nada. Hace más de seis horas disolví mi último ácido Ahora estoy
sola, corriendo, con los ojos vendados de nostalgia esperando que dejen de
verme. Ya estoy a 539 metros de altura, en el volcán Maunga Terevaka. No van a
encontrarme, aunque siempre me encuentran. Me voy a tirar, o esperar que el fuego me consuma en algún momento.
Consumirme, hundirme, volar. Me canse de esta
falsa pertenencia en el ombligo del mundo .La última vez que había
estado acá, en la isla de pascua, vine con ellos. Ahora me tiemblan las piernas, necesito otra dosis de
sonrisas, pero ya no queda más. Hace mucho tiempo no veía la vida con tanta
claridad, y no me gusta. Las luces de la ciudad son ahora tierra volcánica y un frió húmedo en el cuerpo. Me acordaba la última vez que vine acá, la isla de
pascua, era verano y estaba con ellos. Entramos en un viaje ancestral con estos
tesoros geológicos de piedra gris, que parecían rosas. Tengo los pies
acalambrados y me acuerdo y vuelvo,
estoy acá de nuevo, engañando un poco mas mis sentidos, en la isla del mito y
la realidad, donde lo único verdadero es eso que no se dice, los secretos. Los
secretos que me trajeron al costado, al costado donde todos me ven, al
escenario principal de un mundo que da asco. Me acordaba la última vez que vine
acá, la isla de pascua, era verano y estaba con ellos. Vuelvo, vuelvo de nuevo
hace viaje ancestral y a un mal viaje de
recuerdos que nada tienen que ver con mi presencia en este lugar, o quizás sí.
Los buceos desde acá arriba parecen renacuajos, ni siquiera veo la playa. Vuelvo, me acuerdo de ellos y sus manos sudadas sobre mi cuerpo
inocente entregado a la violencia, al sometimiento. Me acuerdo sus manos
sudadas violando la virginidad de mi escasa inocencia. Vuelvo, vuelvo a estar
tirada y desnuda sobre la tierra volcánica con pasto, de frió húmedo, de buceos
de renacuajos, de padres ausentes y el reproche constante de una sexualidad no
vivida. Me acordaba la última vez que vine acá, la isla de pascua, era verano y
estaba con ellos. Siento la blancura de
mis pupilas expectantes de más de esa dosis. Hace 12 horas tome mi último ácido. Siento mis manos rasguñando cada
pedazo de piel de mi espalda, veo sus ojos juzgándome, veo enfermeros
arrastrándome, me veo sola en el agujero del mundo, hundida, buscando ese mar de lsd que me salve de sus
ojos perturbantes, y reales. No vuelvan mas, no vuelvan mas con sus trajes
azules, dejen de censurarme lo que perdí ya hace tiempo, mama soltame,
pínchame. Me acordaba...
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