lunes, 2 de junio de 2014

Me caí de las escaleras.



   El tiempo, la cuestión mas recurrente de la era moderna, de oro falso. La fugacidad es menos triste que la decadencia de la nada que nos tira al vacio una y otra vez, entonces, cada vez vemos menos (o vemos demasiado pero es más fácil creer que nos confundimos). Baja (o sube) y mis ojos ven un bulldog pero es un hombre chupando las orejas de una gorda medio flaca con unas tetas enormes que parecen también ladrar. En realidad nada de eso pasa. Las luces de afuera se expanden en rayos que forman flores y la línea blanca del pavimento parece un camino de arena blanca que una mujer aspira debajo de un auto, también blanco. Todo está bien porque todo está realmente mal. Estoy frustrada, no de mí (o no solo de mí), sino del mundo que está podrido y me embarra los pies con mierda; y las manos y las rodillas, porque me caigo. Todo el tiempo me caigo. No es edad para caerse pero igual me caigo. 

  Sigue subiendo y sigo riendo. Me rió de mi misma o de una ciudad confusa. Monótono, todo es monótono, el movimiento de las piernas, las manos, y sus cabezas que van de un lado a otro mostrando su perfil, una sombra negra, su perfil nuevamente y sombras y voces de gente que ya no está (o está muy lejos). No puedo llorar, porque no tengo ganas, llore toda la tarde y la noche me oculta en unos anteojos de sol fucsias, rosas, violetas o del color que más le siente; parecen un espejo, para los ojos ajenos. Yo no soy nada de eso. O solo eso. 

  Sigue subiendo. Me duelen los cachetes, o la mandíbula y tengo un agujero invisible en la lengua. El jugo tiene gusto ácido que me quema, y la polenta, no me gusta la polenta y la como para llenar no se qué. El dolor tapa otros dolores, o los hace más fuerte. O me olvido hasta que llegue la hora nuevamente de caer, de amanecer, de romper una silla y golpeo con mis puños el aire y mis rodillas se elevan sin despegar los pies del suelo. Siempre es monótono, pero una monotonía no tan triste. O demasiado superficial, ya no me importa. Sigue subiendo y mi cabeza ve el suelo lleno de pies y botellas de plástico de 600 ml de manantial artificial (casi mi alrededor); manos ajenas en mi cuello y… sigue subiendo. Sube, sube sube, y mis pupilas se expanden, y baja.

  Baja como un cachetazo de alegría, que no fue más que eso, un cachetazo (efímero). La piel duele un momento y vibra, queda vibrando y de los ojos parece escaparse la luz. La música baja, mis pupilas seden, otra vez la misma mierda.

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