Hace días no puedo escribirte una oración cariño. Curiosamente las primeras palabras de esta dolorosa agonía las estoy vomitando en una carilina, curiosamente, descartable. Son las 10 de la mañana y desde la nueve cuarenta el tren no avanza. Condenada al retroceso me asfixio en el olor a concha de una vecina que esta parada a mi lado rozando su áspero olor a piel húmeda justo sobre mis agujeros nasales. Y arranca, arranca y me pega su cosa de un salto en la nariz y en la boca, y no recuerdo cuando fue la última vez que vomite por alcohol y ahora sé que fue ayer.
Los cables que conectan a miles de personas, innecesarios, uniformes en movimiento y rectos en forma, avanzan y se enredan en la rutina como mi cerebro sin oxigeno. Me imagino cómo se mueven mis pupilas en el correr de retroceso del tren que siempre empieza por el final para desaparecer detrás de mis orejas. Entonces mis pupilas se mueven de un lado a otro tan rápidamente que parecen temblar, como el piso, mis deseos y la concha gorda de la frígida de mi vecina.
Cariño, prometo escribirte más seguido, no sé cuándo. Sé que necesito comprar más cerveza para poder continuar esto mas tarde. Espero no dormirme en el teclado y también espero verte pronto. Cariño, será que pueda seguir engañando mis ideales por dinero y aun así seguir escribiéndote? Una vez leí que el escritor frustrado es un excelente asesor comercial telefónico. Es que no puedo vivir sin amarte, escribirte. Cariño.Cariño.Cariño.
Sera que este el final? No tengo más objeciones. Hace rato entre al epicentro del joven promedio, al edificio blanco que conecta todos los cables del tren a mas de 120 teléfonos, para ser exactos, 131 líneas. Seres muertos. Todos. Inconformes, con necesidades encubiertas en el consumo de traficar siendo adicto. Creo que necesito un Bukowski, una cerveza, y que mi compañera con su larga pollera indu transparente, se saque la tanga que la tiene al pedo y me deje meterle los dedos. Quiero ser los callos de los dedos de un viejo indecente y su barba agria con gusto a whisky y tomates en un inodoro. Quiero correr lejos. Estoy en una sala a la que llaman “break “y ya recuerdo cuan yankees encubiertos somos. Cariño, me siento tan mal, tengo el cuerpo alienado. Ya volví frente a la maquina y no puedo mover este maldito ratón que me quiere comer los dedos y las neuronas. Un tipo que no conozco me está insultando por teléfono y tengo en línea a una enferma de leucemia contratando un seguro de vida. Cariño, mirame, mirame por el reflejo de tus lentes cuadrados de bohemio moderno. Cariño, tú puedes reencarnar en cada persona que cruce mirada conmigo. Sentate cerca mío, no me hables, ponete los bermudas y léeme algo de Artaud, o yo lo leo de entre ojo mientras vuelvo a casa y te espió en otro desconocido. Engáñame, sentate al lado mío y haceme creer que estoy en una película, provoca tensión y moja mi ropa interior. Dejame desear un poco mas y… cariño, prometo escribirte más seguido. No sé cuándo.
cerveza, escribir, Bukowski, Artaud... no suena nada mal... la angustia sí pero bueno, todo no se puede...
ResponderEliminarTenés un estilo muy crudo y a la vez muy cuidado. Es la clase de pensamientos que puede despertar un tren inmovil. Coincido con JLO.
ResponderEliminar