lunes, 4 de noviembre de 2013

Divina



  Que fastidio la vida para los que tenemos la certeza que después no hay nada. No hay nada más de lo que soy ahora mientras escribo quizás, mis últimas palabras. Pocas cosas se de la vida porque en verdad no tiene ningún sentido, tratamos de encontrarle uno para no caer en la frustración de que la muerte es el único objetivo y todo lo demás es el olvido de un bienestar inexistente porque al final siempre estamos padeciendo. Poco se, poco se de mi razón ante los ojos ajenos, lo que si se es que estoy muriendo. Mis ojos parpadean, se me nubla la vista, la cabeza me hace cosquillas y camino desconfiada. El tumulto de gente le molesta a mis sentidos, mi corazón no late, solo floto, como un alma fantasma que avanza en una pesadez de constante aumento. La vida me está pensando. Sonreír de la rutina, sin dejar de vomitarla. Me tomo el pulso de la mano no hay nada, coloco azúcar bajo mi lengua y no hay nada, la presión esta normal. No sé si tengo una enfermedad terminal o la tendré, no sé si me va a pisar un auto, voy a morir de sobredosis, no sé si será un accidente multitudinario o moriré ahogada en un cepillo de dientes, solo sé que voy a morir. Es esa sensación de que tus anhelos se cumplieron y llegaste a la cumbre de todo hombre, la muerte. El consuelo, la divinidad de la existencia, eterna o efímera, lo concluso de lo que se sabe menos que nada, la insignificante en la significancia, el cese. Adorada muerte, esta vez me vas a llevar a las tinieblas donde quizás me conozca a mí misma. No creo en los cielos, en los infiernos, solo en los dioses, los dioses mitológicos de mi imaginación. Homérica, platónica, bejaminiana, nadie. Un cacho de carne que encontró su punto de pudrición. Cada momento pasa en una ráfaga de imágenes, pero lenta, detallada. Palabras que duelen, rechazos, enamoramiento necrofilico y la bajeza a la que uno se somete,  siempre. Entendí todos mis males sin atención terapéutica. Maniática depresiva en progreso y en descenso final. 

  Mi amor te necesito, hundime bajo el polvo de  un colchón de gusanos, llévame a lo mas profundo de la tierra donde me han concebido,quiero reencarnar en alguien mas que esta nada. Divina, quiero ser tu alma.




8 comentarios:

  1. Me gusta! Creo que los que alguna vez sufrimos ataques de pánico, lo podemos entender mejor...
    Recién estaba recorriendo tu blog y leí "Nada personal" y vi los comentarios que dejó "Santiago González Sacristán"... Te mandó al médico!... Me causó gracia y miedo... Que los locos le recomienden ir urgente al medico a los cuerdos, causa un poco de gracia y un poco de miedo... (Perdón, no me gusta comentar sobre lo que escriben otros seguidores, pero es que lo de Santiago me pareció demasiado...)

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  2. Tal cual, ataques de panico... Y si, a mi tambien me causo gracia la mandada al medico, no sabia como contestarle y a la vez era muy contestable. Pero esta bien, la gente últimamente se toma todo muy psicoanaliticamente, tienen todo controlado, que se yo.

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  3. Creo que tenés apetito de inmortalidad. Me resisto a creer que la muerte es invencible. Tengo la esperanza o ilusión de que no lo sea. Y no sé si ha habido alguien que haya llegado a la cumbre de sus deseos.

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    Respuestas
    1. Si los muertos. La reencarnación se me apetece, que es casi lo mismo.

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  4. Estoy de acuerdo contigo. Y sigue escribiendo sobre todo lo que quieras, porque lo haces muy bien.
    Un abrazo.

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