Entre el cielo y el infierno, deambulo. No tengo plata, ni casa. No tengo pareja, no ambiciono nada de eso. No ambiciono nada. En la tranquilidad absoluta de la miseria camino por rivadavia tanteando con la mirada las vías, rozando con el brazo los alambres, sintiendo pasar las ratas, el tren, las ratas, el tren, un tipo, aveces. El ruido del cartón.
Estoy solo no hay nadie, nadie que me interese. No necesito compañía. No tengo ganas de dar explicaciones, de incomodarme, no tengo deseos de sentir, no quiero. Tanteo con la mirada las vías, hasta con un cierto cariño que luego rechazo. Pienso porque, porque no seria capaz de hacerlo. Si acaso tengo algún tipo de misión secreta, el destino ya me lo hubiese revelado. Quizás sea que solo nací para vivir hasta los veinte en la soledad que me acompaño siempre. La soledad que siempre anhele, disfrute, en la depresión que me ahogo hasta las cejas, dejando el cráneo en el aire, intentando quizás atar algún cabo suelto de la realidad, que ya me canse de anudar.
Deambulo, escucho ahora sirenas, corridas, de fantasmas, no veo nada mas que la calle y a mi mismo, no oigo mas de lo que le conviene a mi instinto. Poemas en las paredes, frases hechas, la hoja de un cuento de García Marquéz sobre el pavimento. Un taco, un taco sobre un charco de agua, unas piernas morenas, perfectas, de una textura lisa, como una media de nylon. Deambulo entre el sueño y la vigilia. Alzo la vista de un golpe cuando llego a su entre pierna y veo lo universal hecho sexualidad, sus piernas perfectas de hombre junto a la sofisticada estética femenina, los tacos, esas piernas con medias de nylon. Su mirada, sus ojos repletos de delineador negro que se pierde por fuera del contorno ocular, los labios rojos carnosos, no tiene bigotes, sus mejillas son rosadas, sus pómulos absorbidos, su risa de hombre tratando de volverse aguda. Todo ese cuerpo, enteramente único y la vez general, la humanidad de lo unánime, sus tacos en el aire, como si volara tirada en la ruta,mis manos empapadas de sangre, casi tuberculosa, expulsada en palabras de mi boca. Mi boca retrograda incapaz de expresar lo que mis ojos ven, solo vomita lo que la sociedad dice.
Entre el cielo y el infierno deambulo, queriendo ser el único dueño de la galaxia porque lo demás es cosa del viento que se lleva todo a favor del destino envuelto en moral, irreversible.

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