El latido del corazón, sus pies bajando las escaleras, sus pies descalzos, sucios, lastimados. Su rodillas raspadas por el cementó, la tierra, el polvo cristalino.Su vaga sonrisa, sus pupilas rojas, dilatadas, jóvenes y consumidas. Sus manos agitándose, llamando al resto. La multitud de rodillas raspadas bajando las escaleras, saltando colchones rasgados, saltando frazadas , seres humanos, y no tanto.
Una estapita de Dios, tal vez, con una plegaria, quizás; pegada en un vidrio húmedo. Transpira y las gotas de sudor se desintegran detrás dela figura, generan formas a sus costados, como una mancha de pintura transparente sobre un espejo. Las gotas que caen y se suicidan o se mantiene en la incesante agonía. Llueve. Veo sus rostros empapados en el reflejo mientras observo el exterior. Una imagen superpuesta, natural e intervenida. Sus voces, sus bostezos, la tos de nervios o de resfrió, la risa de los enamorados, las manos en el pelo, el sonido de los labios cuando se juntan, cuando se mojan, se besan, cuando estornudan o comen y lo que comen. Vuelven las rodillas raspadas, los años de experiencia en contradicción a los años de estatura, los años que perdieron, sin poder completar una palabra, sin poder descifrar lo que dice la estampita. La ciudad calla, hasta que alguien rompe el silencio. Un consejo, una excusa, una pregunta una mentira, una mueca quizá de picardía.
Alguien prende un porro, alguien se fastidia.Las bocas deseantes se humedecen se quieren dejar llevar por las ganas que los ojos penetran, luego miran para un costado, luego vuelven. Una guitarra, una voz dulce, de una mujer, de esas que nacieron para que les pidan matrimonio, de esas que dicen y deben decir que no. Una mujer independiente, libre. Da miedo, embellece, alguien la mira, alguien se va. Ve huir y continua, porque ya vendrá alguien mas.El sonido de las monedas sobre el saco, una gorra, en sus manos con uñas de barro, con piel de serpiente y quizás, insinuación sexual. El sonido de las pisadas impacientes y las que no quieren llegar. El sonido de las corridas de las rodillas raspadas. Es viernes y las narices están como locas, para alguien. Es viernes y los músculos cesan la trágica rutina, para alguien. Es viernes y para alguien, no es mas que otro día en el calendario. Es viernes aunque quizás es lunes.
Buenos aires, la gente de buenos aires junto a sus calles desprolijas pintadas, con sus paredes llenas de grietas y publicidad superpuesta en un collage que es casi historia, con sus vidrios repletos de estampas, calcomanías, y la llovizna que no moja y molesta en la cara; buenos aires donde la gente se confunde en días completamente distintos y a la vez iguales. Rodillas raspadas, maletines, relojes, pupilas consumidas, labios húmedos, reflejos que son varias personas; buenos aires es rock & roll y tango a la vez.

Me encanta como escribís, abrazo grande
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