Eh morocha... ¿Que día es hoy?

- ¿A donde vas?- ¿Ya bajas?- Respondeme-

- Ya bajo-

-¿Usted tiene problemas?

-Ahora no-

- Yo si, tengo mis problemas, mis problemas-

¿Sabe donde bajo yo?- 

- No, ¿Donde baja usted?-

- Yo tampoco se- 

Su mirada brillaba como la de un nene de cinco años que se acaba de quedar sin mascota.

El movimiento torpe del tren lo abalanza de un lado a otro y sus ojos seguían su ruta fijos a los míos, como si quisiera que lo ayude, o tal vez solo que lo escuche. Se abrieron las puertas y en un "Ya se va?" y un "yo no se" sus ojos se esfumaron en las escaleras del túnel de la estación. 

Me sentí vacía en el camino. Quizás ese hombre tenga mucho que contar, mucha miseria que escupir y yo simplemente me fui. Igualmente no hubiese podido hacer mucho, quizás con que lo escuche le servia. Pero me fui, me escape, otra vez. 

Aveces le corremos a la vida y cuando paramos no sabemos donde estamos, queremos pararnos en el medio de una avenida y gritar fuerte. No tenemos tiempo para el otro porque nos sobra el tiempo de querer desaparecer. En realidad ninguno sabe donde baja, todos tienen problemas y aveces solo nos alivia una palabra y que la vida sea corta.

La modernidad es narcótica y actuamos como unos verdaderos adictos. Correr por un puente huyendo de la paranoia invisible que nos persigue, escondernos en el anonimato de la escrita para no enfrentar la experiencia. Dotados de sentidos, de sentimientos. El mundo crece y también crece la mierda y no queremos estar preparados para ver estas realidades encimadas, tan distintas. Engañamos nuestros sentidos en la virtualidad, en las imágenes en  HD, porque se asemejan mas a la realidad que no queremos ver, o eso creemos. Finalmente siempre vuelvo a lo mismo y una película, un libro, o una canción son las únicas que pueden penetrar  mi  inconsciente y pensar que el sin sentido es vivir y alguien mas lo va escuchar. 

- eh morocha? Que día es hoy?

-Miércoles-

- Miércoles? hoy es mi día de miércoles.-