LE TENGO MIEDO AL HUMO DE LA MEMORIA

Las luces se apagaron, otra vez. Otra vez, no tengo hacia donde mirar, no encuentro la manera de encontrar un camino. Un lugar vació, no hay espacio. Invisible. La luciérnagas murieron con el sol, se extinguieron para mi, hoy.
  El silencio comienza a perturbarme. No se que hacer. No me puedo mover. No puedo hacer ruido. Mi silencio es mudo, y lo mudo es ruidoso, escalofriante, y silencio al fin. Insoportable silencio.
 El cielo es negro, la tierra es negra, las paredes son negras. El aire, invisible.
 Los espejos reflejan una sombra, una sombra oscura, que dejo de ser sombra, porque tal espejo dejo de existir cuando la luz desapareció, en mi cabeza. No quiero pensar, no quiero ser, ser esto, tal vez nada, o todo, quizá solo tiempo. Quiero renacer, o no, quiero dejar de beber este amargo sabor a soledad, este amargo sabor que tiene tu recuerdo. Quiero beber la ultima gota hasta al fin hacerte desaparecer.. La inexistencia humana que reflejaba el espejo.
 Mi peor pesadilla, hecha realidad.. un cuarto apagado, un humano invisible, dos ojos mirándome en el silencio del día, que de gris paso a negro, a frió. Es invierno todo el año, cuando no puedo pensar... sin embargo, pienso.
  Solo digo las ultimas palabras de una cabeza en agonía, aplastada por el pánico, por lo que ella creo en su triste realidad. No soy mas que destino si puedo imaginarme el error, la negación, la soledad, la saciedad de una mente perturbada. ¿Por que nos equivocamos? Porque la voluntad es infinita, pero el entendimiento finito. Una cabeza que comienza a retractarse porque en realidad nada es tan cierto, ni tan eterno, ni tan intimo. Nada es tan sincero, como la soledad en el silencio de la oscuridad. Nada tan sincero como la contradicción del recuerdo y el extrañamiento de querer volver el mundo al revés con solo la memoria de un sentimiento: Volvamos a ser uno, humo.