jueves, 30 de abril de 2015

Avenida santa fe.

Cruzas la vereda, soberbio,
entre una coreografía casi armónica,
de apuro, que se repite.
La repetición enmarca en el cotidiano,
La mirada celestial de los rostros vírgenes que esperan la irrupción de la estática con tu presencia
La voz grave de tu aliento susurrando en sus oídos
La  oculta inseguridad de tu ego cogito reprimido
Tu yo penetrando el supuesto ingenuo de la apertura sexual.
La indecisión, el amague, la contradicción, lo verdadero que no se revela hasta el excedente,
Es todo lo que observo,
El error como el conocer de lo indudable,
La indudable como tu ausencia insoportable
En la acción colectiva construida,  por un todo poderoso mortal e inasible,
En la cohesión inconsciente, te sumerjo
Cruzas  la verdad, soberbio,
Las vírgenes  miserables pierden la concordancia de sus ideas preestablecidas, 
abiertas de piernas esperan la inducción de tus palabras impuras
El tráfico atara tu caminar onírico,
Tu voz se ensordece entre un montón de voces con la misma  gravedad  susurrante  de significaciones nulas.
(Y)
No alcanzas, te ataras, te sumerjo.



                                                                                                                        Mortal e inasible. 

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