domingo, 25 de enero de 2015

Cincuenta y siete grados.

  El calor se apropia del humo y lo vuelve fastidio, no puedo pensar en nada que no discierna en la aniquilación de este fuego infernal que no se hace presente sino en un  concepto insoportable que me aplasta como un  baño de caldo de gallina. La ducha, la ducha fría, el agua, quedarme para siempre, mi anhelo, mi alma. El humo es ahora la simpleza de desprenderme del agobio. Camino, desnuda, chorreando un mar todavía helado, chorreando un mar todavía  helado que  se seca con el aire tenso y caliente y me vuelve sal. Mi pelo húmedo, mis tetas empapadas de lagunas,  el  ruido placentero del ventilador  hipnotizante.  Me recuesto en el colchón con los brazos a los costados de mi  esqueleto inflamado, una gota de agua inmóvil se posa sobre mi pezón izquierdo, muerto.  No puedo pensar en otro cuerpo que no sea mi amorfidad presente, aquí, ahora, en tiempo y forma.  El humo, el humo, el humo, el humo atormentado  de mi cráneo no puede más que idolatrar su egoísmo sensual transpirado.   Con el  dedo menique me acaricio la  piel, apoyo la palma de la mano justo en la cintura, me rozo apenas al costado de mi tanga negra gastada, con las uñas y cada vez más cerca, cada vez mas debajo de la tela oscura, mi dedo delicado, mis uñas penetrantes, me rasguño, me pellizco con toda la extensión de la mano. Con la otra, circundó un pezón y leo el cielo raso  murmurando

“Se ame o no, siempre es terrible”.

“Se ame o no, siempre es terrible”

“Se ame o no (…)”

(…) siempre es terrible.”

 Terrible… Mis dedos están húmedos y calientes como el aire. Mis pies se retuercen sobre la sabana,  flexiono  una rodilla hacia  arriba mientras me abro de piernas. Mi mano inquieta continua,  chorrea sangre, dejo en la cama  una aureola de soledad compartida.  Cierro los ojos, me apretó las tetas y dejo ahora al fin deslizar la pierna en el colchón, retiro mi mano suavemente, escucho el sonido del desapego. Las uñas están rojas por dentro, como mugre, húmeda y espesa, mis dedos gotean como mi pelo mojado, arrastro la mano por todo el cuerpo hasta el ombligo, me acogoto, embadurno con saliva cada una de las  prolongaciones fálicas mi mano adherente, succiono, mi frente se derrite en mi rostro, en  mis labios, tengo sed, hace calor.






2 comentarios:

  1. Usaste el sopor del calor para escribir algo muy de tu estilo, tan surrealista.

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  2. groso... fuerte....

    bien sensorial.... me gustó....

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