El calor
se apropia del humo y lo vuelve fastidio, no puedo pensar en nada que no discierna
en la aniquilación de este fuego infernal que no se hace presente sino en un concepto insoportable que me aplasta como
un baño de caldo de gallina. La ducha,
la ducha fría, el agua, quedarme para siempre, mi anhelo, mi alma. El humo es
ahora la simpleza de desprenderme del agobio. Camino, desnuda, chorreando un
mar todavía helado, chorreando un mar todavía
helado que se seca con el aire
tenso y caliente y me vuelve sal. Mi pelo húmedo, mis tetas empapadas de
lagunas, el ruido placentero del ventilador hipnotizante.
Me recuesto en el colchón con los brazos a los costados de mi esqueleto inflamado, una gota de agua inmóvil
se posa sobre mi pezón izquierdo, muerto.
No puedo pensar en otro cuerpo que no sea mi amorfidad presente, aquí,
ahora, en tiempo y forma. El humo, el
humo, el humo, el humo atormentado de
mi cráneo no puede más que idolatrar su egoísmo sensual transpirado. Con el dedo menique me acaricio la piel, apoyo la palma de la mano justo en la cintura,
me rozo apenas al costado de mi tanga negra gastada, con las uñas y cada vez más
cerca, cada vez mas debajo de la tela oscura, mi dedo delicado, mis uñas
penetrantes, me rasguño, me pellizco con toda la extensión de la mano. Con la
otra, circundó un pezón y leo el cielo raso murmurando
“Se ame o no, siempre es terrible”.
“Se ame o no, siempre es terrible”
“Se ame o no (…)”
(…) siempre es terrible.”
Terrible…
Mis dedos están húmedos y calientes como el aire. Mis pies se retuercen sobre
la sabana, flexiono una rodilla hacia arriba mientras me abro de piernas. Mi mano
inquieta continua, chorrea sangre, dejo en la cama una aureola de soledad compartida.
Cierro los ojos, me apretó las tetas y
dejo ahora al fin deslizar la pierna en el colchón, retiro mi mano
suavemente, escucho el sonido del desapego. Las uñas están rojas por dentro,
como mugre, húmeda y espesa, mis dedos gotean como mi pelo mojado, arrastro la
mano por todo el cuerpo hasta el ombligo, me acogoto, embadurno con saliva cada una de las prolongaciones fálicas mi mano adherente, succiono, mi frente se
derrite en mi rostro, en mis labios, tengo
sed, hace calor.
Usaste el sopor del calor para escribir algo muy de tu estilo, tan surrealista.
ResponderEliminargroso... fuerte....
ResponderEliminarbien sensorial.... me gustó....