Postrados
en la cama. Zombies. Escalinatas violetas. Moretones. Tu cuerpo muerto
sollozando como un niño, tu masa. Tus manos
que son dioses y se caen sobre el colchón, y yo te consuelo, te sumerjo
en recuerdos y vos no te das cuenta. No te duermas, despertate o te vas a
dormir para siempre. Estamos postrados, en la cama. Tu cuerpo podría ser cualquier otro o ahora,
una anciana también, sollozando. Mi
carne es artificial, un holograma de mi mente que se vuela, muy acá. Las paredes tiemblan y la brisa entra como un
relámpago de luz, proyecta una película patética donde me hundo, me mudo y sigo
más arriba, en el mar. Cabalgar. Tengo
el control para arruinarlo todo y pellizcar, tu piel, de a cachos, humeante. La
niebla nos tapa los ojos. Despertate anciana, despertate feto deseoso,
orígenes, me duele, la concha. Las luces de la ruta se difuminan y me pierdo en
una avenida que corre a un infinito, efímero, infinito. La calle cortada,
libertad, anulada. Si!, me pierdo y da igual, mi cráneo erebo cae, rompe
huesos, destruye, nos salva. Mis piernas
sobre los hombros de tu masa, corporal, tan agradable, que me asfixia, y
respiro. Olvidar. Desconectar, la existencia. Desconectar este ovulo matemático,
huir, vivir. Apaga el reloj francés,
toc-toc-toc. Buscalo, se prenden fuego
las cabezas, y el reloj toc-toc-toc. Nos descascara la piel. No sos. No
soy. Nadie. Toc-toc-toc otro cuerpo,
ahora amorfo, vacio, un pollo agonizante, y más fuego, en otro lado. BASTA.
Tengo sed, naranja, cítrico, pulpa, vomito.
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