martes, 10 de diciembre de 2013

Insomnio



  La maleta de madera era enorme, podía entrar el hígado y medio pulmón. Se me hacía difícil pensar que ahí estaba su polvo, su piel, su anatomía y sus lunares. Hechos polvo. Mas difícil se me hacia el pensar porque no habían elegido un recipiente más adecuado, que me quepa en la mano sin la necesidad de estar por la calle cargando en la liviandad este artefacto de madera que puede caerse y bañar la 9 de julio de tierra y sangre. Simplemente es una cuestión de comodidad. Lo que corresponde a la parte de la muerte no me afecto tanto como creía que lo haría. Que se yo, también me convertiré en polvo luego de donar los pulmones o la vesícula, porque los otros órganos ya no soportan una estadía mas. Creo que si nos humanizáramos, el trauma de la muerte se reduciría. Creo que nos sentimos más importante que lo que somos, y si así se continua, la muerte va ser la desilusión de todas nuestras creencias además de, lógicamente, nosotros mismos en aspecto físico. ¿Por qué tanto miedo? Fue súbita. 

 Una vieja me golpeo la espalda y del borde de la valija, que encima está en condiciones de ser reciclada o un lápiz negro, volaron mínimo 300 granos de fuego solido. Quizás un dedo, un pedazo de nariz, un pezón, no sé. Que intriga que se le haya volado, no sé, la verga y con ella quizás algo de mí. Quemaron algún líquido mío. Fue súbita. Gracias al devenir que no soy protagonista de una novela y tengo que cargar con el trauma de habernos peleado la noche anterior. Solo le dije hasta mañana, bese su frente y ya. El beso de la muerte, del cariño. Tengo calor. Hace cinco días y seis horas que no veo mi cama y lo más cercano a un descanso fue la baba que deje consiente, colgando en el caño de un tren por cinco minutos antes de encontrarme con la valija de la concha de su madre. Si, el feto crecido de la concha de su madre. El feto. El feto que me hace cargar hasta que se yo qué lugar de la chacarita sobre la escultura de que se yo que tipa. El feto que se desparrama por la calle pero me deja los recuerdos. El feto que me dejo acá, sola entre los mutantes que se hacen llamar personas. El feto que no siento nada porque me quemo. El fuego que, me quemó. El, que no me deja dormir porque mi hasta mañana es lo único que puedo mantener eterno.

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