Hasta la punta de las uñas me fluye el trastorno de la personalidad fraternal. Todo es efímero excepto la lapicera repleta de recuerdos que quieren escaparse como tinta en un papel .Hago fuerza y las hojas se rompen en secretos que quieren lastimar. Escribir puede ser la terapia que salve mi vida, o la suya.
Cuando abro los ojos a la mañana, la inhalación del aire, el cascareó de la garganta llena de humo, el sonido de los zapatos pesados, que llevan un cuerpo diminuto y violento, bajando las escaleras.; alteran la existencia con registros de palabras de la conciencia innata impregnadas en la pared celeste agua. Contención mental, rutina. Exceso de entendimiento, racionalidad al palo, o el inicio de una dulce locura que no quiere ser. No hay caminos internos, solo un largo pasillo oscuro donde fumo un porro y trato de aliviar todo eso que ni las pastillas, ni los sedantes pueden controlar, esta incesante cefalea.
Ocultar la sal de las lágrimas con sangre, esas lágrimas que solo existe en los nudos en el cuello, en las manos, en las rodillas. A veces quiero escapar, pero no veo nada más que un poema marginado, el caos se vuelve futuro entonces no hay movimiento y solo corre. Que dure poco pero por mucho, este tiempo, que parece no correr para la memoria pero de un día para otro puede despertar 30 años más tarde.
No encuentro amor, o quizás no lo permito. Con los ojos solo encuentro el odio. Lo luminoso, lo lloroso de las pupilas no dicen más que lo sienten, y más de los que demuestran, porque la basura toda junta acopla mas olor, mas mugre, más humano, o quizás mucho menos que eso. El amor me voltea de un cachetazo la vista hacia los costados porque no puedo mirar nada sin llenar la bola ocular de pensamiento reprimido, oscuro o perverso. Sustancias ajenas a mi composición física simulan algo parecido a un bienestar que detesto por la mañana. Es todo eso que es, es todo eso que no. Buscar una mano que me saque de este entierro, el aire me falta y esta contaminado de voces, chasquidos y verbos, muchos verbos. Cuando no se qué hacer, cuando la espalda me sangra, los zapatos me duelen y siento como caen mis uñas y mis pies, floto en el vacio escupiendo con las manos alguna metáfora que finalmente siempre es vomito.
Oye, Solange, ¿lo que cuentas es literatura o es real? Si es lo primero, hasta luego; si es lo segundo, tienes que ir al médico cuanto antes. Yo te digo a cuál. Escríbeme algo en mi blog y te respondo aquí, a continuación de este comentario. Cordialmente.
ResponderEliminarEs la realidad vuelta literatura.. en momentos donde, me canso.
ResponderEliminarEn mi blog voy a publicar los remedios para ese cansancio. Atenta, nena. Y si quieres ser más explícita, dímelo y te envío mi correo personal. Escribir no cura nada. En todo caso ocupa tu tiempo, pero si te sientes enferma, el único remedio es el hospital. Un análisis de sangre, unas pastillas y verás cómo recuperas tu fuerza anterior. Ya te digo, no quiero darte en público mi correo privado. Pero imagino que habrá otras opciones para ponernos en contacto. Tú misma.
ResponderEliminarEs mas que nada psicológico, no precisamente una enfermedad física. Pero creo que cada uno puede buscarse su propia terapia, entonces toda la mierda la escribo o la transformo en algo y ademas, me encanta.
ResponderEliminarMe quedo más tranquilo si tú lo estás. De todas formas, atenta a mi blog. Se van a producir hechos inimaginables. Para terminar, "toda la mierda" a veces procede del cerebro del individuo. En ese caso sí que es una enfermedad física. Lo psicológico es consecuencia de un mal funcionamiento de algún órgano nuestro. Lo psicológico es una respuesta de la mente. Si la respuesta es positiva, no debe haber problemas. Si es negativa, cuidado, cuidado señorita. Te mando desde Madrid un cordial saludo.
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