Mi cráneo, humillado, reclama con palabras mudas lo que mis labios no dicen o distorsionan. Mi cráneo, Erebo, de las tinieblas infernales vacila entre el caos, la noche. Mi cráneo, embriagado, escupe el pasado en un baile de contradicciones entre la poca lucidez y la sinceridad plena. Mi cráneo danza muerto entre muertos, danza mintiendo entre mentirosos. Mi cráneo, deforme, es lo único que mantiene mi existencia.
Tentado por el amor, el amor a la odisea, a lo inconcluso, a el asco, a la conciencia del trauma; mi cráneo observa más que la mirada, tiene ojos de búho; con pupilas dilatadas del constante movimiento, de la luz permanente y apagada, limitada. Las neuronas chocan en una pelea entre el ser y la apariencia. Como un búho, mi cráneo es sedentario, no realiza migraciones, se alimenta de ratones, roedores y otros humanos. Mi cráneo, no tiene orejas, no las necesita. Mi cráneo, mueve la cabeza, sin moverla, toma todas las perspectivas, las analiza, no me deja dormir. Mi cráneo, humillado, reclama con palabras mudas lo que mis labios no dicen o distorsionan. Mi cráneo, con cefalea, pide a gritos a mi esqueleto oxidado de tanto fingir, que no olvide quien es.
Profundo, me gusto, algo oscuro siniestro tal vez...
ResponderEliminarEn que estabas pensando para escribirlo... O fue tu cráneo el que divago la idea e ilumino la tinta de tu lapicera?
Marian.
Que morbo craneal...
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