Se quito la ropa y se acostó en las sabanas. El calor de sus manos sobre la piel era suave, ligero e intenso. Era todo silencio, su respiración, el ruido del raspar entre el colchón y el cuerpo, el roce de sus pies, y otra vez silencio. El sordo sonido de la muda paz.
La soledad invade la noche sin lastimar y brinda cierta compania. La ausencia de voces no es un obstáculo.
El placer la llena por mas vacío que parezca mas tarde cuando agarre un libro y se ponga a leer sin entender, agarre el celular y no sepa a quien llamar, cuando se siente frente a la computadora a la leer una conversación vieja o tweets ajenos y no se le ocurra que escribir. Maldito mundo moderno que se llevo lo mejor de las palabras, el sentido.
La oscuridad nos enciende y nos apaga, el silencio nos calla y nos habla.. La soledad nos une y nos separa, piensa.
Mas tarde agarra un porro que tenia guardado hace días en un alajero en el cajón de su mesita de luz. Ya estaba armado y tenia un encender a mano, por suerte. Es normal que los encendedores desaparezcan como las hebillas para el pelo, los auriculares del ipod. Como la paciencia, su paciencia. Ademas es medio torpe y armar el porro la hubiera fastidiado demasiado y ella solo quería relajarse.
Después de varias pitadas largas y profundas, lo termino y dejo la colilla arriba de la mesita, al lado de la lampara; y ahí se quedo entre las sabanas esperando que nada pase porque nada iba a pasar. Crear expectativas puede lastimar, pero no crearlas, sin embargo, es como vivir sin sentido. Y eso hace ella todos los días, vive sin ningún sentido, no espera nada, no da nada y no piensa en el tiempo. El tiempo pasa, nos detiene y de un momento para otro te tiene a las corridas, pero ella siempre camina. Vive acompañada de ella misma, de su reflejo en el espejo. Eso piensa y toma el espejo de mano, que esta en su cartera que cuelga en la punta de la cama, y hace una mueca. Se ríe un rato, el porro le hizo algo de efecto, prendió la tele y ahí se quedo. Una comedia romántica, risas, cuchicheo,un te amo y un nosotros.
Alguien alguna vez, le hablo de un nosotros, lo recuerda, y vuelve a pensar, ahora en el pasado. Ella alejo las voces de su casa y de su vida, o eso cree. Vuelve al televisor. Una escena subida de tono pero silenciosa como para escuchar que raspan la puerta. Pero antes de que se asuste, se escucha el ladrido de su perro que logra abrir la puerta y se acuesta a sus pies. Ella sonríe apaga el televisor, gira a la pared, abraza una almohada y cierra los ojos.
Puede que no duela hoy, pero dolerá mañana.
![]() |
| Mañana, otro día y otra noche en soledad. |

No hay comentarios:
Publicar un comentario