La pata de madera de la antigua silla rechinada. Por la puerta entraba un hombre, muy bien vestido, con una maleta y con la mirada perdida en las paredes con la pintura quebrantada. Se sentó en la mesa, hablaba. No podía entender mucho lo que decía, el no podía mirarme a los ojos, entonces cualquier palabra que dijese no tendría ningún tipo de credibilidad para mi. Definitivamente, no le importaba lo que yo pensaba o que era ese lugar para mi. Tome el cuaderno y me puse a hacer garabatos. El sonido desapareció por completo, solo veía sus labios moverse, y hasta tuve ganas de besarlo. Humanizarlo. Unas palabras quizás haya oído y fue eso lo que en realidad me llevo a silenciar la conversación o quizás lo imagine, o también fue su mirada que no encontraba mis ojos la que me obligo a ignorarlo. Aunque tal vez, no lo estaba ignorando.
Mi mama le sirvió un vaso con agua que el miro, agradeció y simulo probar. Después de un rato ella se largo a llorar. No supe que hacer, nunca se que hacer cuando las personas lloran, menos mi mama, ella nunca lo hace, siempre me sonríe. Fui a buscar mi cadena de la suerte, todavía no se porque lo hice, tampoco porque creía que me traía suerte y se la di pensando consolarla. Ni la miro, la estrujo con fuerza y le sangro un poco la mano. Quise abrazarla, pero las personas lloran mas cuando las abrazas, hasta gritan, entonces solo la observe un rato. El hombre no se levanto de su silla y comenzó hablar nuevamente, mis oídos volvieron a obstruirse y ya empece a fastidiarme. Realmente quería entender lo que ese hombre estaba diciendo, o quizás quería creer que no decía nada y que todo lo que salia de su boca sean mentiras. Lo único que se me venia a la mente era una canción de cuna que me cantaba papa antes de dormir y yo ya no quería escucharlo, o tal vez era lo único que quería. Tapar el sonido para silenciar lo que pensaba, lo que sabia, escuchaba y no quería oír.
La pata de la silla rechino fuertemente y el hombre volvió a callarse, escuche el sonido de la pava que hervía hace mas de 15 minutos, a mi mama tragándose las lagrimas, la voz de papa se desvanecía, el hombre se marcho y dijo que volvería "por el asunto"y uno o dos días después la silla se rompió.
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