Me senté en un banco para locos. Frente mío había
dos pájaros muertos, de cerámica, una medianera con enredaderas, y arriba, el cielo. Que idiota, me la jugué de ególatra creyéndome en el
centro del mundo, y desde cualquier perspectiva de un circulo podes estar en el
centro. La igualdad está ahí, en lo circundante, en la raja del horizonte que
separa el cielo del mar y se curva, en el holograma de nubes por sobre mi cabeza, en la penetración. Se
acerco con olor a vino y sentí el gusto de esa igualdad, tangible. Los cuerpos temblando, más
cerca, mas ansiosos, más desesperados por prolongar la existencia, pero
no. Ahí está con todo su aparato
hinchado venoso, jugando con el aire caluroso de mi concha; ahí está, en el
banco para locos, en la habitación, en el sillón, en la cama de un impotente
mantenido, en un auto, en el jardín japonés,
en mis rodillas sobre el asfalto. Es increíble,
es increíble como el mundo se parece mientras está cogiendo; en el mismo lugar,
a 350 mil millones de kilómetros, y la
tierra me quedo chica. Que absurdo, y no hay matemática para eso. Es patético,
el ser humano es patético. El mayor acto de igualdad esta en el tacto del
placer, en las manos, en la piel, en lo retorcido de los dedos del pie, en la humillación,
en el para el otro, en la necesidad. Está en la necesidad de erizarse, de
rozarse, en la necesidad de viento, de desahogo, de violación, de violencia, de ternura, de introducir, de dejarse por lastima.
Siempre es ahí, adentro. Y reprimido. Si, otra vez, el ser humano es patético, ante
la igualdad se esconde bajo una
bragueta, una tanga con encaje, o un culote
de mujer decente. Importantes, distintos, únicos. Queremos amarnos pero no organizamos orgías, nos amontonamos
en el tren, pero no organizamos orgías publicas. Nos amontonamos, y desvergonzados,
mirando el techo, distraídos, fregamos culos en vergas y vergas en culos. Que
vulgar, que promiscua, las viejas nos empujan, pluralizan, nos separan y no
podemos mirarnos por la vergüenza, de que este bajando. Que se yo, de todos modos y al final, soy un individuo y me gusta todo eso del banco para locos.
(A lo ocultados, 01:23 a.m. mientras los demás tambien hacen que duermen; cualquier día)
ella es mi rescate
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