Carioca.

-¿Por qué vas a un lugar donde no queres estar?-

-No se-

- ¿Tenes miedo? ¿O estas demasiado bien para sobrevivir? La sonrisa no se acostumbra a tu boca. El dolor es más nutritivo que la felicidad y te quemas los brazos. Tenes moretones en todo el cuerpo y en el cerebro. Necesitas que te duela más el corazón. Te acostumbraste a lo peor y no se puede caminar de otra manera. En el pasto no hay pedazos de vidrio que te arranquen la piel. En el pasto sintético, no hay hormigas que te piquen la carne. Y fingís. Materializas en cuerpo los recuerdos. Los recuerdos que avanzan, los zombies. Caras, gestos, besos, risas, lo efímero que vuelve... pero ya está muerto.-

- ¿Que está mal?-

-No sé. No digo que te enfrentes a una realidad que no conocemos, sería absurdo. Pero no te arañes el cuello mientras hablo, no te suenes los dedos en montañas de deseos. No reprimas tus ganas de abrazar, de apuñalar. No existe el bien y el mal, pero no estás encontrando tu muerte.-

- Es algo que no va dejar de pasar-

- Quizás lo finjas tanto que vuelva a empezar. Entonces la tortura es constante y te dispersas en miles de partículas, que arrastran las uñas contra el cemento con grietas, grietas que se agrandan y hacen un pozo infinito. Y las huellas son siempre las mismas, y te hundís, te hundís en el mismo agujero y nunca para. Entonces, quizás es todo eterno –

- No se-

- Tampoco creo que saber algo, solucione esto. ¿Qué buscas en la incomodidad de tu risa falsa y tus ideas que ya no hablan?-

-¿Que te hace pensar que tu crisis existencial es mejor que el vacio material?-