viernes, 21 de marzo de 2014

A.C.I.D.E.Z



  Son las 5:20 de la mañana, está bajando las escaleras pero ya lo pude precipitar cuando se giro en la cama para apoyar, como buen cristiano, el pie derecho en el piso de cemento, y luego, el izquierdo. Se enjuago la boca y se le cayeron dos dientes. No los pego. Ahora está en el último escalón del caracol y me da acidez. No sé cómo explicarlo con palabras, pero es acidez. Tampoco sé que es la acidez pero tengo la certeza de haberla sentido mas de una vez tomando gaseosa, y ahora y un montón de veces más. 

  Desde lo más profundo del pecho una víbora se duplica penetrando desde adentro por debajo de mis costillas y es una. Vuelve a ser una a lo largo de mi columna vertebral que eriza y presiona para romperla, pero cesa. Cesa en un chillido, reclamando a mi faringe la bilis que expulso por la boca junto a trozos de su piel escamosa que arde. Arden y me retuerzo cada vez más en un circuito que se repite, se duplica, es una, se vuelve a duplicar y emerge. Emerge en la bipolaridad preexistente que me asfixia y me alivia para recordarme que el asco es la única experiencia que sobrevive. 

  El colorante rojo de un caramelo de menta con cereza es el ultimo gusto no amargo que acabo de escupir y ruge.  Mi estomago ruge de impotencia y mis dientes, ineptos, no entienden que mi estomago, es frágil.

  Una gota de sal, gruesa, quiere raspar mi piel por debajo de mi ojo izquierdo, pero no. Mi vista se eleva y mi mandíbula, nos elevamos. Mandibuleo. Mis cachetes se inflan y estallan en mi cara como salpullido de esta acidez que se esconde pero brota y no se manifiesta, que se ve y no siento. No siento más que este liquido intermuscular y me retuerzo, me retuerzo en la misma basura de colchón cada vez y no siento, no siento de donde proviene, pero me oprime el pecho. Entonces ya está en el suelo y camina cerca de mí y género saliva, genero mas saliva para repetir el circuito, o escupirlo, pero me reprimo. Me reprimo, y me da asco.

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