Plano detalle a su mirada, ida. Sus ojos penetran la nada, para devorarla, como bestia que visualiza a su presa y está a punto de atacar. Sus dedos tocan violentamente un piano en la mesa, un piano que no existe, solo hay hojas y lapiceras. Agarra una lapicera y de un solo golpe perfora todo el pilón de fotocopias, de una manera perfecta, idéntica.
Sus ojos cada vez sobre salen mas, apoya los codos en la mesa, se agarra el cuello y balancea maquinariamente toda la cabeza de un lado a otro. Quieta, se clava las uñas hasta sangrar, una lagrima camina por su rostro hasta desaparecer en el mentón. Se escucha una tos, ruidos de bolsas, insultos a lo bajo, ella mira, penetra con la mirada, está a punto de devorarla, como una bestia, visualiza, quiere atacar. Su presa es un ser desagradable molesto, egoísta y desinteresado. Apoyado en su culo día y noche bajo una lamparita que solo da oscuridad, con la persiana de la ventana cerrada, y el televisor a todo volumen, dando relámpagos de luz, de shock. La presa esta compenetrada en la pantalla, la pantalla la hipnotiza, la cautiva, la idiotiza, la desprecia porque también quiere devórala. Es una lucha permanente por quien la aniquila primero, si el televisor de la mesita ratona, que ahora evoluciono a colgado a la pared, o la bestia. Ella quiere colgarla en la pared junto a su amado de ficción despreciable, o correr con su lapicera y perforarla de formar perfecta, idéntica. En cada órgano.
Una y otra opinión sin sentido, confusa, contradictoria, una y otra opinión a causa del aburrimiento, del no tener de que hablar, del arruinar la existencia del otro, una y otra opinión hasta que empiece la novela brasilera. La presa, es un ser que opina, un sofista despreciable, traficante de conocimiento que finalmente solo es ignorancia. La presa no puede juntar dos palabras coherentemente, la presa solo sabe de Carmen Barbieri. La presa no se puede salvar porque solo conoce lo que las imágenes de programación televisiva le dan, y si la sacas fuera de la caverna del living, no se va acostumbrar, jamás. Ahí está ella con sus seres imaginarios. Su alma podrá entender pero necesita de un órgano letal, la cabeza, y la bestia duda y afirma que es un puro espacio hueco. Las neuronas de la presa se abrían escapado por sus oídos un mediodía mirando “La pelu” de Flor de la V.
Plano detalla a sus ojos, esta ida, penetrante, para devorarla, es una bestia, visualiza, quiere atacar. Miramos su boca por un fuerte suspiro. La bestia agacha la mirada, de fondo una carcajada y la voz quizá, de algún mediático. La bestia cierra los ojos, patea una silla, suspira. La presa no se entera de nada, sus ojos brillan, su boca está entre abierta como quien está concentrada a punto de reír, pero a la vez ida, en cuerpo y alma, de su ser. La bestia la mira, un rato, se para, levanta la silla, se sienta, lee, balancea el cuello, mientras se rasca la herida, una y otra vez.
La sangre tira.
Lo leí varias veces y me sigue generando intriga. La presa está frente al televisor. ¿La bestia es el mismo televisor, que destruye las mentes que se dejan ser destruidas?
ResponderEliminarLa bestia es el televisor y la persona ajena que mira esa situación.
ResponderEliminarMuy personal fue descrita la situación
ResponderEliminarLe habia mandado un comentario, pero la insufribilidad(?) de blogger me lo perdió en el camino. EN fin. Le mando un abrazo ya que mi comentario se perdió. El Duro de Twitter.
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